No soy un especialista en materia tributaria pero como es de conocimiento público desempeñé el cargo de ministro de Economía y Finanzas y puedo testimoniar lo difícil que resulta consensuar una reforma tributaria. Prueba de ello es que los cambios importantes en materia tributaria históricamente hablando se hicieron cuando el Poder Legislativo delegó facultades al Ejecutivo y posteriormente no le enmendó la plana.
Para ir desde lo más evidente, la primera dificultad de pasar una reforma tributaria a través del Congreso es la complejidad y alta especialización que requiere el entendimiento del tema. En segundo lugar, tenemos la presencia de representantes de los intereses de las empresas o sus gremios que tratan de evitar a toda costa que se aprueben normas que puedan afectar sus intereses.
Me tocó sacar adelante el Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF) y si revisamos la prensa de la época (2003) veremos que se hicieron los pronósticos más sombríos sobre el futuro de la economía y del sistema bancario si dicho impuesto se aprobaba, lo que finalmente sucedió. La oposición se centraba en la información que dicho impuesto generaba así como un efecto perverso sobre la bancarización lo que nunca ocurrió.
La cuarta dificultad se origina en la defensa de posiciones maximalistas dirigidas a elevar los tributos a las actividades extractivas (minería, energía, etc.) olvidándose de convenios de estabilidad tributaria y administrativa otorgados a grandes proyectos por administraciones anteriores.
Todo esto nos lleva a la conclusión de que cualquier reforma tributaria requiere consenso entre las diferentes fuerzas políticas representadas en el Congreso. Sabemos lo difícil que resulta en nuestro sistema político la generación de acuerdos que, sin satisfacer completamente a ninguno de los actores, permite seguir avanzando aun que sea marginalmente en el tema.
Igualmente difícil resulta la eliminación de los regímenes de beneficios tributarios y exoneraciones. Siempre existirá la posibilidad de formar un núcleo de defensa de dichos beneficios so pretexto de defender los intereses de la región o de la industria o actividad privilegiada que los recibe.
De acuerdo al documento de Política Tributaria elaborado para el último CADE "uno de los grandes problemas en poder aumentar la presión tributaria son los diferentes tratamientos tributarios existentes: exoneraciones geográficas y por sectores, regímenes especiales y distintas tasas los mismos que complican la recaudación y fiscalización, los que significan alrededor de 2 % del PBI". Resulta altamente probable que sobre el tema no escucharemos muchos planteamientos orientados a eliminarlos o reducirlos, por la simple razón de que esto no genera más votos y más bien puede tener el efecto contrario. Ojalá me equivoque.
Sin embargo hay motivos de optimismo en materia tributaria. Tres de los principales candidatos a la presidencia son economistas y/o han ejercido el cargo de ministro de Economía y Finanzas, y por lo tanto saben de las dificultades que conlleva generar consensos en esta materia. Por lo tanto, antes de anunciar grandes y pomposas reformas saben que lo primero es saber con cuántos votos contarán en el Congreso y si no tienen una mayoría mínima mejor no generar expectativas sobre reformas que no verán la luz durante su administración.
Un tema que ciertamente se tocará durante la campaña será el de la presión tributaria. De acuerdo al documento preparado para el CADE, en la última década se ha pasado de 12,2% del PBI en el 2000 a 13,8% en el 2009 (siendo del 15,6% en el 2008). Dicha evolución resulta insuficiente considerando las altas tasas impositivas y las necesidades del fisco y se ha debido al crecimiento de la actividad económica y la apertura del comercio exterior. Este debería ser el tema central del debate durante la campaña: cómo comprometer a todas las fuerzas políticas a suscribir un compromiso de elevar la presión tributaria al 18% del PBI hacia el final de la próxima administración y qué medidas de política, mejor aún, qué dispositivos legales nos permitirían cumplir la meta anteriormente mencionada.