Los modelos de negocio asociativos han permitido a los pequeños y medianos productores del sector agronegocios convertirse en uno de los pilares de las exportaciones peruanas. Sin embargo, la desconfianza y el individualismo generan una serie de problemas que pueden traer abajo todos los objetivos propuestos.
La asociatividad puede resquebrajarse por la desconfianza entre los productores asociados. Esta es una barrera de nuestra propia idiosincrasia que nos corresponde romper para establecer relaciones más sólidas y confiar en las buenas prácticas que todos los involucrados en el negocio deben aplicar.
La segunda dificultad es que no siempre los asociados persiguen objetivos en común. Pueden juntarse, pero cada uno piensa en su beneficio personal. Algunos prefieren apuntar solo al mercado local y el valor de la asociatividad se pierde en el camino. Por ello, es importante que los objetivos se definan antes de oficializar la asociación.
Los asociados deben conversar con honestidad sobre lo que desean lograr con este modelo de negocio y establecer objetivos en común.
El tercer problema es la falta de financiamiento que les permita concretar los primeros envíos al exterior. Como acceden al crédito de manera individual, eso es muy limitado, aun como asociación puede resultarles difícil convencer a las entidades financiera. Son obstáculos trasversales a todos los rubros y zonas del país.
A lo largo de nuestra historia como país, hemos atravesado procesos que han mermado nuestra confianza en los demás. En el caso de la agricultura, este problema repercute en la necesidad de mantener un mismo nivel de cuidado en los cultivos de todos los productores asociados. Es clave asegurar que todos manejen los mismos criterios de riego, fertilización y cosecha.
Para evitar esta situación, el primer paso es que los asociados conversen con honestidad sobre lo que desean lograr con este modelo de negocio. Cada uno debe presentar el producto que ofrece (calidad) y en qué cantidades y tiempo puede cosechar. Luego, deben establecer los objetivos por cumplir, de manera gradual, y establecer un manual de buenas prácticas que permita sancionar a los socios que no las respeten.
Una vez que definan los acuerdos, deben establecer la forma jurídica más adecuada. No están obligadas a escoger entre cooperativa o asociación. También pueden crear una sociedad anónima cerrada (SAC) que les permita reunir hasta 20 socios. Sin embargo, las cooperativas suelen ser el modelo preferido por los productores. Así, finalmente, podrán empezar a realizar los primeros envíos de manera conjunta.
A nivel gubernamental, es importante que los ministerios involucrados impulsen una mayor difusión de los beneficios de la asociatividad entre los pequeños y medianos productores. Asimismo, deben facilitarles el proceso para constituir la personería jurídica que les resulte más conveniente (cooperativa, asociación o empresa).
El primer envío de muchas asociaciones implica pasar por un periodo extenso en el que no recibirán ingresos hasta que sus productos lleguen al mercado de destino y empiecen a venderse. Por ello, el Estado debe apoyarlos con acceso al financiamiento y líneas de crédito que les permita sobreponerse a esta etapa inicial y ganar sostenibilidad con el paso del tiempo. ¿Qué otras acciones son necesarias? Déjanos tu opinión.
Los asociados deben conversar con honestidad sobre lo que desean lograr con este modelo de negocio y establecer objetivos en común.
MBA de CENTRUM y Magister en Finanzas por ESAN. Director de Educación Ejecutiva del sector Agro. Director de ESAN School of Government.
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