En el libro de Vivek Ramaswamy, llamado “Woke, Inc.” y que fue publicado el 2021, el autor presenta un debate sobre los objetivos corporativos de las sociedades en Estados Unidos, su activismo en discusiones sociales y las responsabilidades que asumen, criticando en buena parte una línea mayoritaria que fomenta y promueve el involucramiento de las empresas en diversos aspectos del panorama social y político, muchas veces con el único fin de obtener mayores ventas.
En el desarrollo inicial del libro, el autor reflexiona sobre las diferencias de objetivos entre las entidades que denomina de capitalismo clásico vs el stakeholder capitalism. Como ejemplo, Ramaswamy describe a las empresas de capitalismo clásico como aquellas que persiguen el maximizar el valor para el accionista, incrementando las ganancias, teniendo los directores y ejecutivos de la sociedad un deber fiduciario de cumplir con este fin. Por otro lado, describe al stakeholder capitalism como aquellas empresas que tienen un objetivo de cuidado y respeto a la sociedad y la comunidad, priorizando diversos temas más allá de solo lo económico para los accionistas.
Para llegar a debatir sobre los impactos que traen ambos tipos de sociedades, el autor distingue dos conceptos corporativos principales para la existencia de la corporación moderna, siendo estos: (i) otorgar una responsabilidad limitada a las empresas y (ii) la creación de un deber fiduciario de los directivos y ejecutivos con la empresa, con el fin de poder extender las actividades de la compañía, pasando el control a intermediarios y ya no directamente los dueños, permitiendo además la inversión de capital mediante la limitación de responsabilidades a los inversionistas.
Por otro lado, el autor revisa cómo a medida que se desarrolló la actividad empresarial en la historia, los gobiernos notaron que, para poder controlar los poderes de esta nueva creación (corporaciones), se debían establecer reglas, primero en su objetivo y luego en los intereses de sus dueños, con el fin de evitar que pudieran terminar generando más perjuicios que beneficios en la sociedad.
Así, se revisan los casos de la Dutch East India Company, empresa que desarrolló mucho poder financiero, pero que también logró poder político, obteniendo privilegios a nivel internacional como rutas comerciales exclusivas, su propio ejército e incluso su propia moneda, entre otros.
En línea con esta idea, en el libro se cita una anécdota donde en una conferencia con presidentes de fondos de inversión, a uno de ellos le preguntan si quisiera ser presidente de Estados Unidos, a lo que responde que sí, pero le aburre la idea de la postulación. Sobre este punto, el autor propone que existe un interés corporativo en extender su espacio de acción sobre temáticas en las que anteriormente las empresas decidían ser neutras.
Por supuesto, el activismo corporativo trae pros y contras. Como pros, se suele entender mayor identificación y compromiso de sus usuarios y colaboradores, trayendo mayor consumo de sus productos y servicios sea voluntariamente de forma directa o colateral. Sin embargo, también existen supuestos donde el participar activamente en temas específicos ha terminado por segmentar a una buena parte del público, incluyendo no solo a los contrarios a los temas que se debaten, sino también aquellos neutros que no se identifican necesariamente con las batallas culturales.
Por ello, la determinación y alineamiento sobre lo que se espera comunicar como corporación y la información que brinda la propia área de comunicación al mercado es importante, siendo relevante determinar el objetivo corporativo, los intereses personales de los ejecutivos y lo que exigen sus verdaderos consumidores.
El activismo corporativo trae pros y contras. Como pros, se suele entender mayor identificación y compromiso de sus usuarios y colaboradores. Sin embargo, también existen supuestos donde el participar activamente en temas específicos ha terminado por segmentar a una buena parte del público.
Abogado por la PUCP y Máster en Derecho Comercial e Internacional por la Universidad de Buckingham. Actualmente, es Consejero Comercial de New Zealand Trade & Enterprise y Director Ejecutivo de su propio estudio. Con experiencia en PwC Perú, y en Londres, se especializa en derecho societario y comercial. Profesor en ESAN y autor de un libro sobre inversión extranjera y derecho empresarial. Ha sido distinguido como Caballero de la Orden del Camino de Santiago.
El corporate compliance permite a las empresas identificar riesgos operativos y legales, y gestionarlos de manera oportuna. Sin embargo, para su óptimo funcionamiento es necesario implementar estos protocolos con antelación, sin esperar a que ocurra un problema.
El incumplimiento de las obligaciones establecidas por la normativa que en nuestro país regula la atribución de responsabilidades administrativas de las personas jurídicas puede conllevar a la disolución de la empresa. El impacto de esta sanción puede afectar incluso a proveedores y terceros ajenos a las actividades empresariales.
Ser una sociedad irregular trae consecuencias vinculantes para los individuos que actúan como representantes, a pesar de que muchas de las causales de disolución de sociedades establecidas en la norma, no tienen relación directa y en muchos casos no son conocidas por los apoderados.