Cada 13 de octubre se celebra el Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres. A propósito de esta fecha, Mary Mollo, profesora investigadora de ESAN, analiza los desafíos que enfrenta nuestro país en torno a esta problemática y reflexiona sobre el rol que cumplen las universidades.
Cada 13 de octubre se celebra el Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres, instaurado en 1989 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Este día promueve una cultura global de conciencia y acción ante los desastres, un tema que hoy resulta más relevante que nunca debido a los efectos del cambio climático y las desigualdades estructurales que incrementan.
Este año, nos invita a reflexionar sobre la conexión entre los desastres y la desigualdad. El acceso desigual a servicios básicos como vivienda, educación, salud y derechos humanos aumenta la vulnerabilidad de las comunidades más desfavorecidas, quienes son las primeras en sufrir las consecuencias de los desastres. Estos eventos no solo perpetúan, sino que agravan las desigualdades, empujando a las familias más vulnerables a la pobreza.
La reducción del riesgo de desastres es un desafío global que requiere esfuerzos coordinados a nivel nacional e internacional. Gobiernos, organismos multilaterales, universidades deben colaborar estrechamente para fortalecer la gestión del riesgo de desastres, especialmente a nivel local, donde las políticas deben ajustarse a las realidades específicas de cada territorio.
En la cumbre de 2024, Naciones Unidas destacó la necesidad de empoderar a las futuras generaciones, mediante escuelas y universidades seguras y resilientes, y empoderar actores para comprender los riesgos que enfrentan y actúen como agentes de cambio en sus comunidades y en los sistemas institucionales. Esto se puede revisar en el “Informe del Pacto para el Futuro”.
El cambio climático, la urbanización descontrolada y la falta de preparación están transformando fenómenos naturales en catástrofes. La Unesco advierte que desastres como terremotos, tsunamis y erupciones volcánicas son cada vez más devastadores debido a la intervención humana. El Marco de Sendai 2030 para la Reducción del Riesgo de Desastres y otros marcos internacionales refuerzan la necesidad de integrar la reducción de riesgos en todas las agendas globales, incluyendo los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París.
Ante estos desafíos, surge una pregunta clave: ¿qué papel deben asumir las universidades peruanas? La investigación científica y tecnológica debe centrarse en evaluar los riesgos que enfrentan los territorios, aplicando enfoques complejos y sistémicos. Sin embargo, el país sigue enfrentando una falta de gobernanza efectiva y objetivos claros para prevenir y corregir los riesgos. Las pérdidas económicas y humanas continúan acumulándose, afectando la estabilidad de las
Las universidades deben asumir un rol más activo, colaborando con los poderes Ejecutivo y Legislativo para desarrollar políticas más efectivas en la prevención y respuesta ante desastres. La planificación y la acción coordinada en la prevención y mitigación de los efectos devastadores de los desastres, como la pérdida de cultivos, el desplazamiento de familias y la interrupción de servicios esenciales, son otras de las acciones que deben priorizarse. Solo a través de una educación inclusiva territorial, inversiones públicas estratégicas y una gobernanza efectiva, se podrá construir comunidades más resilientes.