Hablamos mucho del storytelling, del relato, de su fuerza para llegar al corazón y a la razón de nuestros interlocutores, y nos lo creemos. Pero, como suele suceder en las cosas importantes de la vida, no lo practicamos. Escribimos artículos, ensayos o divulgamos investigaciones, aunque pocas veces lo hacemos bajo la forma de una historia.
En nuestro día a día tenemos muchos gigantes que vencer para que triunfe nuestro propósito. Algunos enemigos nos ponen palos en las ruedas para hacernos descarrilar y alejarnos del camino marcado. ¿Cuántas veces perdemos el norte y el miedo nos paraliza para recuperarlo? ¿Y cuántas otras aparecen benefactores que nos echan una mano en el momento menos predecible para que podamos levantar cabeza? Si la vida cotidiana es una historia, ¿por qué no la explicamos cómo tal?
Todos dejamos huella, aunque muchas veces no seamos conscientes de ello, y a esta huella la llamamos "marca personal". Como esta marca es inevitable, no se crea ni se destruye, lo mejor que podemos hacer es gestionarla para que sea el reflejo más exacto de nuestra identidad, de lo que realmente somos, y no de lo que los demás intuyen.
Todos dejamos huella, aunque muchas veces no seamos conscientes de ello, y a esta huella la llamamos "marca personal".
La gestión de la marca personal -no la creación de la misma; desconfía de aquellos que se atrevan a decir que ayudan a crearla, porque mienten- es un proceso que acaba explicando quiénes somos, qué queremos, cuál es nuestro propósito y qué estamos dispuestos a hacer para mejorar la vida de los demás. Y, por supuesto, cómo podemos divulgarlo de la manera más eficaz posible. Cada marca personal tiene su relato único y propio, o no está bien gestionada, y entonces queda al albur de las interpretaciones bien o mal intencionadas del entorno.
"¿A quién le va a interesar mi historia?". Esta es una pregunta recurrente que lleva implícito un juicio de valor basado en la falta de originalidad personal: "Si mi vida no tiene nada de particular...".
Si nos ponemos a escarbar en la vida propia y ajena encontraremos muchos elementos en común. Algunos son tan singulares que son personales e intransferibles, pero incluso estos tendrían algún reflejo de similitud con lo vivido y experimentado por otras personas a lo largo de la historia. Es por ello que la presunta vulgaridad de nuestra existencia la dota de un valor inmenso a la hora de convertirla en una historia: todos se pueden sentir reflejados en algún aspecto u otro. Porque todos soñamos, amamos, fracasamos, queremos hacer algo para cambiar el mundo, engañamos, traicionamos, mentimos, perdonamos, nos perdonamos y nos perdonan. Somos tan distintos que nos parecemos mucho.
Recordemos los cuentos que nos explicaban de pequeños o los relatos que hemos leído de mayores, o cuando nuestros abuelos o padres nos contaban sus vidas -en España, lo llamamos "contar batallitas"-. Podremos extraer algunos elementos comunes que ayudan a garantizar su éxito:
Para contar una historia, se necesita tener algo que contar. Lo que podría ser una redundancia es una verdad como un puño, porque sin contenido el relato no existe. Por lo tanto, lo primero es dotar de contenido a tu vida aceptando tu pasado, trabajando tu futuro a partir de tu propósito y de lo que aportas a los demás -que es tu propuesta de valor-, y finalmente contándolo.
Tu storytelling, si lo queremos llamar así, debe hacer el siguiente recorrido argumental para que al final ordenes la historia de la manera que te sea más fácil comunicar:
Nunca mientas, no expliques verdades que no han existido ni presentes experiencias ajenas como si fueran tuyas. Una historia no creíble es solo una fantasía que no lleva a ninguna parte. Y practica, practica y practica. Escribe una y mil veces tu relato, mejóralo para que llegue al corazón de tu público y disfruta de la tarea.
Todos dejamos huella, aunque muchas veces no seamos conscientes de ello, y a esta huella la llamamos "marca personal".
La creciente transformación digital trae consigo grandes posibilidades, pero también importantes desafíos. El reto que actualmente enfrentan las personas es el de desarrollar las habilidades necesarias para aprender a gestionar exitosamente el cambio tecnológico y su nuevo entorno.