Las habilidades blandas y tecnológicas serán claves en el perfil de los colaboradores para mantenerse competitivos ante el avance de la automatización. Las universidades y las empresas comparten responsabilidad en el proceso de adaptación al cambio.
La automatización del trabajo es una tendencia global, cuyo avance aún genera incertidumbre, especulación y mitos. Por un lado, se piensa que la pérdida de empleos no sería significativa y se apostaría por un reentrenamiento de los profesionales para volcarlos hacia otras actividades donde puedan aportar más. Por otro lado, se teme la desaparición de muchos empleos y grandes pérdidas para la sociedad. En ambos casos, la oferta de empleos no crecería.
El mercado laboral cambia con frecuencia y los nuevos negocios, facilitados por la tecnología, no generarían más empleo. Al contrario, los nuevos modelos de negocios basados en tecnologías o prestación de servicios relacionados a ellas y con esquemas freelance permitirán proliferar un nuevo tipo de trabajadores informales, autoempleados, más educados e incluso profesionales. Esta situación acarrearía problemas a regiones como Latinoamérica, que aún no erradica la informalidad tradicional.
Además de la eventual reducción en empleo, otros aspectos organizacionales podrían verse afectados por la reacción al cambio y el rechazo a lo desconocido, entre otras actitudes. Hay que prestar atención a los cambios en culturas y subculturas, relaciones de poder y estatus, sobre todo en periodos de adaptación, ya que podrían afectar los beneficios que esperamos de la automatización.
La automatización se produce en diferentes campos, muy aparte de la manufactura donde ya estamos acostumbrados a ver robots. Se observa también en procesos contables, financieros, reclutamiento, pronósticos, logística y en el manejo de las relaciones con los clientes y colaboradores. Hoy, todas estas aplicaciones conllevan preocupaciones sobre privacidad, sesgos y ética en general.
Además de los conocimientos y habilidades técnicas, lo que más se valorará en los profesionales será todo aquello que los distinga como humanos, al menos por un tiempo.
Este avance tendrá un ritmo distinto en cada región, según su grado de desarrollo. En algunas, la manufactura de robots o industrias tecnológicas compensarán, en parte, la reducción de empleos por su adopción. En otras, no habrá incentivos en términos de eficiencia, porque sus costos de mano de obra son aún bajos. Las empresas extranjeras también podrían trasladar sus operaciones de manufactura a sus países de origen para aprovechar los beneficios de la automatización.
Además de los conocimientos y habilidades técnicas, lo que más se valorará de los profesionales será todo aquello que los distinga como humanos, al menos por un tiempo. Por ello, se requerirá potenciar su pensamiento crítico y creativo, así como su empatía, su capacidad de aprender, resolver problemas complejos y el manejo adecuado de sus emociones.
Recientemente participé en el estudio "Las competencias laborales en el mercado de profesionales de América Latina" realizado en Chile, Colombia, Ecuador y Perú. Identificamos que las destrezas personales que serán más demandadas a futuro por las empresas serán la iniciativa personal, el sentido ético, la autoconciencia emocional y la tolerancia a la frustración. En el ámbito social, se valorará más el trabajo en equipo, la asertividad y el respeto.
En cuanto a las habilidades tecnológicas, los nuevos profesionales deben tener conocimientos sobre desarrollo de software y aplicaciones, manejo de herramientas para el análisis de datos y plataformas para la gestión de proyectos, pero no me refiero a especialistas en cada área. En resumen, lo que vuelve competitivos a los colaboradores son las habilidades que no pueden reemplazarse. Ante la incapacidad de competir contra la eficiencia de una máquina, se requerirá un reentrenamiento para competencias digitales básicas y migrar a otros roles.
Al interior de las empresas, la decisión de potenciar a sus trabajadores aún está en discusión. Mientras el cambio de habilidades y conocimientos se mantenga a pequeña escala, empresas y personas invertirán para ponerse al día. Sin embargo, cuando adquiera otras dimensiones, ¿estarán dispuestas las empresas a invertir en la reconversión vocacional y profesional?
En las industrias tales como servicios financieros, seguros, auditoría y consultoría ya es común adoptar Robotic Process Automation (RPA), como el caso de Deloitte, por ejemplo. La automatización no necesariamente ha reducido empleos, sino que ha permitido eliminar sobrecargas de trabajo o ha desplazado actividades de procesamiento al análisis. En algunos casos también ha reducido la necesidad de outsourcing para algunos servicios.
La colaboración y el trabajo en equipo, altamente valorados hoy, sobre todo, en procesos creativos, también deberá ser repensada. No solo debemos entenderla entre personas, sino también con máquinas o sistemas para complementar las fortalezas y debilidades de cada uno. Thomas Malone, profesor de la MIT Sloan School of Management y padre de la inteligencia colectiva, propone una inteligencia colectiva humano-máquina.
Por su parte, las universidades han empezado a potenciar carreras como Robótica y programas interdisciplinarios, así como el análisis de datos, el manejo de analíticas y la inteligencia artificial (IA). En las escuelas de negocios, un primer paso es crear conciencia del cambio en el trabajo. La discusión debe estar embebida en cada tema, sea funcional o estratégico.
Es necesario preparar a los futuros profesionales para nuevos roles y a los ejecutivos, para administrar y liderar este nuevo entorno, cuestionando si las prácticas que hasta ahora se consideran efectivas se mantendrán así en años venideros. Asimismo, las alianzas entre instituciones de educación superior y empresas también serán clave para que los profesionales experimenten de primera mano los cambios y estén mejor preparados para afrontarlos. ¿Cómo se implementa la automatización en tu trabajo? Cuéntanos tu experiencia.
Además de los conocimientos y habilidades técnicas, lo que más se valorará en los profesionales será todo aquello que los distinga como humanos, al menos por un tiempo.
Ph. D. con concentración en el Comportamiento Organizacional por Tulane University Master en Administración de Empresas por la ESPAE ESPOL. Ingeniería Mecánica por la ESPOL-Guayaquil, Ecuador. Es team leader del Global entrepreneurship Monitor.
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