En Lima se registran más de un millón de bicicletas, pero solo el 1 % de los habitantes las usa para sus actividades cotidianas. Se requieren medidas para fomentar su mayor uso, así como para la difusión y regulación de nuevas alternativas de transporte, como lo son los scooters eléctricos.
La congestión vehicular es una de las mayores dificultades que afrontamos al desplazarnos en Lima, debido al enorme tamaño del parque automotor (según cifras del Ministerio de Transportes y Comunicaciones al 2016, el número de automóviles llegaba en la capital a 1 752 919), la poca capacidad de respuesta del sistema de transporte público, entre otros factores. Sin embargo, las opciones de movilidad sostenible, como las bicicletas y los scooters eléctricos, ganan más terreno en la capital.
El tráfico en Lima se ha intensificado durante los últimos años debido al aumento de importaciones de vehículos. Según la Cámara de Comercio de Lima (CCL), solo en el caso de vehículos nuevos de origen chino, las importaciones ascendieron a 11 889 unidades para uso particular, entre enero y julio del 2018, es decir, un 20 % más que el mismo periodo del año anterior.
A nivel general, la CCL revela que los vehículos más importados son las camionetas, seguidas por los automóviles, las station wagon y los camiones. Hasta el 2010, solo el 67 % de autos eran nuevos, pero en el 2011 se eliminó la importación de vehículos usados y el número de unidades usadas que ingresaron al país disminuyó de manera considerable. Pese a ello, el parque automotor no ha dejado de crecer.
Este panorama, sumado al desarrollo de las nuevas tendencias en cuidado ambiental, motiva a los limeños a considerar el uso de bicicletas o scooterseléctricos como una forma de impulsar la sostenibilidad. No dañan al medioambiente, representan una inversión más rentable que la de un automóvil, moto o camioneta, y reduce la congestión presente en toda la capital, a la vez que aumenta la calidad de vida de las personas.
Las bicicletas y scooters eléctricos son opciones más rentables debido a que presentan un costo menor a un auto e, incluso, a una moto. Hoy podemos encontrar este tipo de productos a una gran variedad de precios, que van desde S/1600 hasta más de S/4500. Por ello, su importación ha crecido más de 400 % entre el 2017 y el 2018, una tendencia que proyecta seguir este año.
Otro punto a favor es la reducción en el tiempo de viaje. Por ejemplo, las bicicletas circulan por ciclovías donde no se genera tanto tráfico y son más rápidas que un auto. Hasta el 2017 solo existían 190 kilómetros de ciclovías en Lima, muy por debajo de otras capitales como Bogotá y Santiago de Chile. La Municipalidad Metropolitana de Lima busca añadir 200 kilómetros más para los Juegos Panamericanos de este año.
La inversión en el aumento de infraestructura facilitará el traslado en bicicleta y resguardará la seguridad de los conductores, que ya no se verán obligados a circular por la pista, junto a los vehículos motorizados. Además, los estacionamientos para bicicletas ocupan menos espacios y son más sencillos. Algunas municipalidades tienen espacios designados para ellas y hasta las prestan, sin ningún costo, a los residentes.
Fuente: Veritrade
Los scooters eléctricos, o también llamados monopatines, son la última novedad en vehículos sostenibles que llegó a Lima, desde inicios de marzo de este año. Luego de un periodo de prueba en San Isidro, la empresa Grin implementó el servicio de alquiler en este distrito financiero y en el vecino Miraflores. Asimismo, ya suscribió una alianza con Rappi, una plataforma de entregas a domicilio.
La compañía Movo, en alianza con Cabify, también empezó a rentar estos vehículos en la capital. Tanto ella como Grin disponen aplicaciones móviles que permiten localizar scooters con GPS en los distritos donde operan. Los usuarios escanean el código QR de estos equipos y pagar S/1 para desbloquearlos. A partir de ahí, cada minuto de viaje costará S/0.60, en el caso de Grin, y S/0.50, en Movo.
A pesar de que estos vehículos ofrecen una manera más limpia de movilizarse, el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) advirtió que aún no existen regulaciones vigentes para su uso en el país. Queda pendiente establecer cómo y por dónde deben circular, según sus velocidades y dimensiones. De lo contrario, también podrían ocasionar accidentes al desplazarse por las veredas, junto a los peatones.
Gráfico 2: Importación de scooters y motos eléctricas en el Perú entre el 2017 y el 2019
Fuente: Veritrade
Pese a que aún se siguen implementando normativas respecto al uso de bicicletas y scooters eléctricos, como exigir SOAT y placas de rodaje, lo cierto es que los costos de operación de estos vehículos se mantienen sumamente bajos. Un scooter solo requiere cargar una batería, sin gastos adicionales al recibo de luz. Con el uso y mantenimiento adecuados, los beneficios en la economía del usuario serán notables a largo plazo.
En el caso particular de las bicicletas, vale resaltar los esfuerzos municipales por fomentar el ciclismo, en especial durante los fines de semana. Una de las iniciativas más conocidas es el programa Al Damero de Pizarro sin Carro, impulsado por la Municipalidad Metropolitana de Lima, que restringe el acceso de vehículos motorizados en 70 cuadras del Centro Histórico para dar prioridad a peatones y ciclistas.
Otro caso a resaltar es el programa de bicicleta pública San Borja en Bici, impulsado por la municipalidad de este distrito y el primero de este tipo que se ofrece en Perú. Desde el 2012, permite a los residentes acceder gratis a una de al menos 200 bicicletas para desplazarse por el distrito. A su vez, la Municipalidad de Lima ha impulsado iniciativas como talleres gratuitos de ciclismo en la avenida Arequipa y uso de bicicletas tándem y bicitaxis.
A pesar de que aumenta el número de usuarios que emplean bicicletas y scooterseléctricos, aún es una cantidad bastante baja, frente al número de personas que emplea el transporte público y privado en su vida cotidiana. Según la oficina de Transporte no Motorizado de la MML, en Lima existe más de un millón de bicicletas, pero solo el 1 % de personas las emplea para transportarse.
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Fuente: Revista Stakeholders