Los fenómenos climatológicos se intensifican año tras año. Si el Perú quiere mitigar su impacto en las agroexportaciones, debe impulsar el trabajo coordinado entre los sectores público y privado para desarrollar planes de prevención y concientizar a la población.
Hace poco menos de dos meses, Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, lanzó en una conferencia de prensa internacional una terrible frase: “La era del calentamiento global ha concluido, se inicia la era de la ebullición global”. Ello significa que los efectos del cambio climático se harán más notorios en forma y fondo, es decir, temperaturas más altas y bajas, y lluvias y sequías con una mayor intensidad, sin dejar de mencionar su impacto en los organismos vivos del planeta.
Todo ello suena a ciencia ficción, pero no lo es. Nunca se pensó que algo como una covid-19 global podría ocurrir y ocurrió. Ello pese a que todos vimos la película World War Z, en la que Brad Pitt interpreta a un funcionario de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que busca, a contrarreloj, la debilidad y posible cura de un virus que convierte a las personas en zombis.
En la vida real, la ONU ha establecido una agenda que busca la neutralidad del carbono para el 2050. En este caso, la cura sería una acción global más decidida y vinculante en sus acuerdos. Cada país debe apurarse en impulsar una política integral de lucha contra el cambio climático, articulada entre los sectores público y privado, y generar en los más jóvenes una cultura de negocios sostenibles y sustentables.
El Perú es un país milenario, biodiverso, marítimo y amazónico. Un líder global en super alimentos e ingredientes que registra 28 de los 30 desastres naturales conocidos en el planeta. Sin embargo, se ha visto una actuación muy terca del Centro Nacional de Estimación, Prevención y Reducción del Riesgo de Desastres (Cenepred), el Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci), el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi), el Instituto Geofísico del Perú (IGP) y otras entidades encargadas de la prevención y acción contra los desastres naturales en nuestro país.
En la actualidad, estas instituciones comunican a la población, sin mayor cobertura ni reacción, sobre el potente sismo de 8.8 grados que está pendiente de ocurrir. Lo mismo sucede con los fenómenos El Niño costero y global. Ojalá no se repita este proceso con otros desastres naturales, pues no hay presupuesto público que aguante tanto.
Considero que es urgente crear una comisión público-privada de alto nivel, responsable de diseñar políticas públicas, programas y acciones para enfrentar el cambio climático y aprovechar las oportunidades que presenta. Asimismo, se debe elaborar una estrategia de comunicación que informe sobre los avances e impulse el desarrollo de una cultura preventiva, similar a la de países como Japón. Esta comisión debe ser integrada por los Gobiernos regionales y el Congreso, para que lo diseñado y planificado cuente con el debido seguimiento en plazos, además del sector privado y la academia.
A modo de reflexión, ¿cuántas empresas agroexportadoras tienen planes de acción frente a los sismos de gran magnitud que suelen registrarse entre Ica, Lima y Áncash? ¿Cuántas poseen planes de contingencia frente a los fenómenos climatológicos (El Niño) que incluyan la protección de sus trabajadores y el mantenimiento de sus operaciones? ¿Cuántas saben las acciones que el Gobierno regional y local tiene pensado ejecutar en su zona de influencia? Como decía el gran cómico peruano Tulio Loza: “Que Dios nos coja confesados”. Ello suena alarmista, pero es mejor pecar por exceso que por defecto.
Hace menos de tres años, vivimos una cuarentena sin igual en el mundo. Se detuvo la producción de bienes y los procesos de importación y exportación, con casi un 25 % de los barcos y contenedores imposibilitados de operar en Asia. Se desarrollaron nuevas vacunas en tiempo récord y se aceleró el desarrollo de tecnologías como la transformación digital y la inteligencia artificial (IA).
En solo veinte años, el Perú logró más de USD 10 000 millones en agroexportaciones. Este sector se posicionó como el segundo mayor generador de divisas para el país y es un importante generador de mano de obra directa e indirecta, en algo más de 250 000 hectáreas cultivadas y con presencia en casi todas las regiones del país, unas más notables que otras.
A pesar de la importancia de estos logros mundiales, la realidad es que la agroindustria todavía no se ha consolidado como una política de Estado. Aún existen dudas sobre sus beneficios, mientras que otros países copian nuestras iniciativas como la Ley del Agro, los tratados de libre comercio (TLC) y el acceso sanitario. Si el Perú no impulsa un plan de trabajo para afrontar las turbulencias generadas por el cambio climático global, el escenario que nos espera es de altísima preocupación y urgencia. ¿Qué otras acciones consideras necesarias? Déjanos tu opinión.
*Luis Torres Paz es profesor de la Maestría en Administración de Agronegocios de ESAN.
A pesar de la importancia de los logros mundiales de la agroindustria, todavía no se ha consolidado como una política de estado en el Perú.
MBA con especialización en Mercadotecnia, Universidad del Pacífico. Ingeniero Industrial, UNMSM. Administrador de Negocios Internacionales, ADEX. Se ha desempeñado como Presidente Ejecutivo de PROMPERÚ y Sherpa – Coordinador del Capítulo Peruano del Consejo Empresarial de la Alianza del Pacífico. Ha sido Director de Promoción de las Exportaciones de PROMPERÚ, Director Nacional de Desarrollo de Comercio Exterior y Director de Facilitación de Comercio Exterior del MINCETUR. Negociador del Tratado de Libre Comercio Perú – Estados Unidos y Perú – Chile. Ex Gerente General de CONUDFI. Actualmente es miembro del Consejo Consultivo del International Trade Centre (ITC de Naciones Unidas / OMC) y Gerente de Asuntos Corporativos & Descentralización en Corporación Educativa USIL.
El crecimiento sostenido de más de veinte años en el sector agricultura parece tambalearse hoy ante la derogatoria de la Ley que Aprueba las Normas de Promoción del Sector Agrario. ¿Qué acciones impulsarían su desarrollo en los próximos años?