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Ya lo decía Albert Einstein: "Uno no sabe algo hasta que no logra explicárselo a su abuela". Y cada vez más, las empresas buscan y promocionan a aquellos directivos que tienen la capacidad de transmitir el conocimiento y de permitir que éste fluya. Por eso, la comunicación es una oportunidad de liderazgo profesional.
Cualquier persona con trabajo y preparación puede lograr sus metas, entre ellas mejorar la de mejorar su comunicación. El más grande ejemplo de esto es Demóstenes, orador griego que superó sus problemas de tartamudeo por medio de un peculiar ejercicio: se colocaba una piedra en la boca y trataba de hablar lo más claro posible.
Si un gerente considera que no debe o no tiene por qué modificar ciertos hábitos comunicativos, es evidente que poco se puede hacer. Pero cada vez más en España y en Latinoamérica, se empieza a percibir que ellos son parte de la imagen de su empresa y por lo tanto, su comunicación contribuye a mejorar o empeorar la imagen institucional de la misma.
Si nos preguntamos si la estrategia comunicacional es un arte o una ciencia, podemos responder, como los griegos y los romanos antaño, que la virtud está en el término medio. Y seguramente lo mismo ocurra en este caso. Al hablar de estrategia, la comunicación, como parte de ella, es un arte que depende de las manos del artista, en este caso del comunicador, de su capacidad para crear mensajes cautivadores y transmitirlos con credibilidad.
No obstante, es cierto que la comunicación también es una ciencia donde existen una serie de reglas que han demostrado que es posible facilitar la traslación de un mensaje a una audiencia determinada.
Prueba de ello, por ejemplo, son los descubrimientos que en los últimos 20 años se han llevado a cabo en el campo de la neurociencia y que determinan que nuestra toma de decisiones no es tan racional como pensábamos, y que en parte viene determinada por reacciones que no controlamos de modo consciente. Y esto es algo que ya empezamos a aplicar en el campo del neuromarketing y de la comunicación empresarial y política.
¿Considera usted que, si se lo propone, todo líder empresarial puede ser un buen comunicador?
En marketing o en política, la primera percepción puede marcar la diferencia y determinar si un producto o candidato tendrá éxito. Si la imagen no es buena, el público pensará que el resto de los atributos tampoco lo son.