"Es fundamental que el trabajador se vaya contento. No solo por una cuestión de buen corazón, sino por imagen e inversión", indica el profesor de ESAN, Enrique Louffat Olivares. "Una persona descontenta es posible que hable mal de la empresa, y a una empresa con imagen de tratar mal a sus trabajadores se le hace más difícil reclutar nuevo talento", explica.