Si bien hay empresas que tienen políticas bastante agresivas en cuanto a la internacionalización, puesto que cuentan con todas las capacidades a nivel financiero, de conocimiento y de recursos humanos, en la práctica ha quedado demostrado que, para el común de las compañías, las mejores y más exitosas experiencias han tenido que ver con un proceso de entrada progresivo y siempre de la mano de un socio local que conozca el mercado.
Dada esta premisa, el joint venture se presenta como una buena opción para lograr la tan ansiada internacionalización, sobre todo en aquellos sectores como el minero o el petrolero, donde las fuertes inversiones que se necesitan podrían significar poner en riesgo los recursos de la empresa.
Pero veamos: ¿qué es exactamente un joint venture? Pues no es otra cosa que una alianza estratégica entre dos o más empresas para crear una nueva marca o entidad, pero manteniendo cada una su propia autonomía. Esta empresa conjunta suele darse en términos de mediano o largo plazo puesto que la razón primaria de la unión es conseguir objetivos que no son fáciles de alcanzar.
Dentro de la dinámica natural de esta unión, el aporte de cada una de las partes puede ser de diversa índole, es decir, puede ir desde capital, materia prima o tecnología hasta recursos humanos y know-how, entre otros.
En consonancia con ello, las empresas peruanas tienen toda la posibilidad de utilizar este mecanismo para encontrar socios fuertes y dar el salto a la internacionalización. No olvidemos que cuando una empresa sale al exterior y establece alianzas como las descritas, la probabilidad de éxito en el mediano plazo se vuelve más fuerte, pues el adquirir todo el know-how del negocio le permitirá implementar sus canales de distribución y compartir el éxito de dicho emprendimiento.
Por otro lado, los joint ventures significan también una atractiva posibilidad para las empresas foráneas pues les permiten tener acceso a un socio que está familiarizado con el medio local. Si bien para implementar operaciones aquí, estas compañías extranjeras también tienen la opción de armar su propia corporación o comprar una empresa nacional, el encontrar un partner local con quien formar su asociación es mucho más valioso, puesto que, como en todo negocio, el conocimiento previo es clave.
Entonces, resumiendo, bien podríamos decir que un joint venture no es otra cosa que una forma de que las partes que la componen compartan el riesgo en esta "aventura conjunta" (traducción literal del inglés) y obtengan beneficios económicos a la hora de realizar su actividad, la cual puede darse no solo en términos de expansión a nuevos mercados -tema que hemos querido resaltar en este artículo-, sino que también puede estar direccionada a impulsar una nueva marca, producir bienes, prestar servicios, etc.
¿Qué otros temas deberían tener en cuenta las empresas que quieren dar el salto de la internacionalización?