A lo largo de las décadas, una de las metas principales de los gestores logísticos ha sido el aumento de la eficiencia en sus procesos internos para acelerar los resultados y reducir los costos. Hoy, en un entorno cambiante, dinámico, complejo e inestable, la eficiencia, la velocidad y los costos no son diferenciadores, sino aspectos mínimos requeridos.
El objetivo actual es lograr una integración sostenible entre proveedores y clientes que no solo compartan datos y tecnología, sino que usen ambos para adaptarse con agilidad a los cambios en las demandas de los mercados y consumidores, con apoyo de la automatización y/o la robotización de los procesos.
Así, nace una nueva habilidad requerida en los profesionales de hoy: la inteligencia logística. Se trata de un concepto que cobra cada vez más fuerza por los beneficios que brinda a las empresas del sector.
Es el uso efectivo y eficiente de las tecnologías disponibles, como la automatización y la robotización, para adaptar con rapidez los procesos logísticos y elevar la velocidad de respuesta, con un enfoque hacia la satisfacción del cliente, el cuidado del medioambiente y la rentabilidad.
Esta habilidad permite aprovechar tanto el uso de las nuevas aplicaciones como la posibilidad de interconectar varios dispositivos a la vez para optimizar la cadena de suministro. La integración se realiza bajo un enfoque social y sostenible, además de tomar en cuenta la automatización de los procesos más mecánicos.
El surgimiento de la inteligencia logística responde a las exigencias de los consumidores modernos, cuyo perfil cambió mucho tras la pandemia de la covid-19. Hoy, no solo demandan una mayor eficiencia y agilidad en los procesos de compra, sino también que estos tengan un impacto positivo en la sociedad y el medioambiente.
Las prácticas ambientales son, precisamente, una de las características más notorias en los gestores logísticos que apuestan por la logística inteligente. Entre las más comunes, figuran el uso de materiales reciclables o biodegradables para la fabricación de productos, la reducción del gramaje utilizado para los materiales de empaque y embalajes, y la disminución de las mermas y desperdicios de materiales auxiliares en las bodegas.
Otra tendencia que se observa es un mayor uso de combustibles renovables en los vehículos de manipulación y de transporte primario y secundario. Asimismo, se impulsa un aumento en la eficiencia de carga, mediante un mayor nivel de uso de la flota, el incremento en la capacidad de carga media y la reducción de los kilográmetros recorridos como consecuencia de ajustes inteligentes de las redes logísticas.
El compromiso social de este tipo de empresas alude a la necesidad de resolver sus necesidades particulares y las de la sociedad en su conjunto. En esa línea, suelen establecer alianzas o colaboraciones con otras compañías o agentes sociales con quienes compartan valores, además de impulsar estrategias dirigidas a mejorar el servicio de entrega y maximizar la satisfacción del cliente.
Toda empresa que trabaja con inteligencia logística integra nuevas tecnologías para mejorar el manejo de información brindada al cliente, elevar la capacidad de respuesta y asegurar la trazabilidad de sus productos. Ello no solo permite garantizar la máxima eficiencia de la cadena de suministro, sino también que los clientes reciban información oportuna y la perciban como una experiencia diferenciadora del servicio en tiempo real.
Algunas herramientas digitales de este tipo son los sensores incorporados a los productos, así como las plataformas que conectan de manera directa a la empresa con sus proveedores, distribuidores y clientes finales. Otra característica importante de estas compañías es la automatización de sus procesos logísticos más básicos o mecánicos para lograr mejores resultados y evitar errores o fallos asociados al factor humano. Así, se reduce el tiempo que tarda en concluir cada fase de la cadena de suministro.
Si una empresa quiere implementar la inteligencia logística en sus procesos internos, el primer paso siempre será analizar la situación actual en que se encuentra, basada en métricas precisas y relacionadas con la expectativa de la organización. Luego debe tener claro adónde quiere llegar o qué resultados quiere sostener en el tiempo.
Es necesario definir una hoja de ruta, un plan de acción y un plan de incremento de habilidades logísticas que permitan integrar las tecnologías y aplicaciones más adecuadas, según los objetivos a corto, mediano y largo plazo. Tanto la hoja de ruta como el plan logístico debe revisarse de manera constante y actualizarse a medida que se observen mejores resultados.
Fuentes bibliográficas
Actualmente es Gerente Corporativo de Planeamiento de Cadena y Operaciones en AJEGROUP. Se ha desempeñado en las áreas de Operaciones, Supply Chain y Logística en empresas industriales de consumo masivo tales como Backus, Alicorp, Pepsico, Gloria, Nestle, y ha desarrollado proyectos de estrategia comercial y de Planeamiento de Ventas y Operaciones en Corporación Lindley S.A. embotellador exclusivo de The Coca-Cola Company en el Perú. Magister en Supply Chain Management por ESAN y Universidad Ramón Llul – La Salle de Barcelona. Ha seguido cursos de Management en Harvard Business School y Operaciones Logísticas de SSS en la Escola Europea de Short Sea Shipping.