Ocurre que la característica operativa más importante de las eólicas es la variabilidad del recurso natural: el viento varía de velocidad según las horas del día, los días del mes y según la estación del año y, por ende, varía la producción de electricidad que se puede obtener.
Por otro lado, los mejores factores de planta (el cociente de la energía realmente producida entre la que hubiera podido producir la misma potencia a nivel constante durante el mismo periodo, generalmente un año) no supera el 40% en el mundo.
Todo eso solo quiere decir que, dado que la demanda debe ser atendida permanentemente, hay que contar con capacidad instalada adicional de alta disponibilidad (ergo de fuentes convencionales) para respaldar los periodos en que la producción eólica decrece o se paraliza. Y si bien es cierto que los precios de las turbinas eólicas están bajando constantemente, hay que considerar el costo que se debe pagar por esa reserva de capacidad convencional que se debe a la introducción de la energía eólica en el sistema, costo que no es despreciable.
La alegación de que existen modernos centros de control de energías renovables que, aunados a las nuevas capacidades técnicas de las turbinas de viento, permiten compensar y manejar su variabilidad, es cierta. Solamente que lo que hacen estos centros de control es tener la información y la rapidez de acción adecuada para activar o desactivar las otras fuentes convencionales para mantener la producción requerida por la demanda dada la variabilidad de la producción eólica; no es que mágicamente hagan aparecer producción de reserva sin costo alguno.
Por tanto, no es técnicamente factible que la base de la matriz de generación de electricidad de un sistema interconectado que atiende a todo un país sea proveniente del viento; simplemente no habría con qué respaldar las antedichas variaciones.
En consecuencia, la respuesta es: no nos queda más remedio que construir una base hidroeléctrica (a menos que queramos recurrir a la energía nuclear) y complementar su estacionalidad con una combinación de térmicas, eólicas (y otras RER) e importaciones de Ecuador. No tenemos más opciones y se requiere hacer lo necesario ahora para poder continuar atrayendo el flujo de inversiones.
¿Considera usted que el Estado y el sector privado deben darle prioridad al desarrollo de la energía hidroeléctrica?