Las obligaciones económicas son recurrentes. Según la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP, dos de cada ocho hogares tienen deudas por encima del 38% de sus ingresos. En este contexto, la gratificación significa una buena oportunidad para acabar con esta situación tormentosa y aprender a gestionar mejor nuestros ingresos.
Ana Reátegui, directora de los Programas de Educación Ejecutiva de ESAN, señala que el incremento de las obligaciones también puede deberse a que desde hace buen tiempo los hogares peruanos atraviesan por una relativa estabilidad en sus ingresos. Esta confianza y seguridad los lleva a contraer más deudas, y piensan que las pagarán sin mayores problemas. Sin embargo, la realidad muchas veces cambia. Y de ello pueden dar fe los bancos.
Reátegui considera que si una persona es consciente de que no podrá cancelar todas sus deudas pendientes, lo recomendable es refinanciarlas para pagar las cuotas con tranquilidad, aunque esta decisión afecte su historial crediticio. "Una vez realizada esta acción, se requiere de mucha disciplina para no volver a caer en problemas de sobreendeudamiento, lo que puede suceder cuando la persona vea que tiene un poco más de dinero cada mes".
Un refinanciamiento siempre implicará mayores intereses y será reportado a las centrales de crédito. Así, será más difícil obtener un préstamo en el futuro. Por eso, solo debe hacerse cuando las cuotas de los créditos pongan en real peligro aspectos como el pago del alquiler de la casa, el colegio o los alimentos mensuales. Aunque no es correcto que una persona refinancie su deuda, siempre será mejor que caer en incumplimientos posteriores.
Si la situación es tan grave que no basta con reprogramar los pagos ni refinanciar la deuda, es posible que una entidad bancaria la compre. Así, el deudor puede ordenar sus cuentas y acceder a tasas de interés mucho más bajas.
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Fuente: El Comercio