Los cambios tecnológicos y la globalización inciden drásticamente en la comunicación al interior de la organización y con sus públicos externos. En primer lugar, la competencia es global e interna (entre colegas de una misma empresa). En segundo lugar, los adelantos tecnológicos han facilitado la difusión de la información, pero, a su vez, han restringido la comunicación cara a cara y en persona, la que muchas veces se sustituye con una cámara, un micrófono y un audífono.
Los estudiosos de la comunicación en la organización sabemos que la mayor riqueza de la comunicación está en la interacción personal, pues hay un intercambio de energía, una cierta "química" entre los profesionales. Además, quien habla comunica a través de su cuerpo, con la elección de su vestimenta (incluidos accesorios y calzado); postura, gestos y ademanes; el contacto visual con su interlocutor y el espacio que ocupa.
En ese sentido, los lenguajes (verbal y no verbal) sumados a la situación (contexto) en que se desenvuelve el proceso comunicativo, connotan significados específicos que no pueden ser extrapolados a otro contexto. Por ello, las videoconferencias pueden ayudar, y mucho, pero jamás tendrán la riqueza de la información que el encuentro personal provee. Asimismo, la imagen representa el 73% de lo que la gente recuerda de una persona después de conocerla y, por tanto, es un componente poderosísimo de la comunicación.
La comunicación oral es otro canal de la comunicación abundante en información. Pese a ello, hemos perdido mucho terreno con respecto a la oralidad. En su momento, la aparición de la escritura como canal de la comunicación le resto espacio al lenguaje oral. Aun así, el mensaje transmitido por la voz, el tono de la misma, la modulación y la enunciación, siguen teniendo una validez atemporal. Como dice el investigador Julien Treasure: "vivimos en un mundo bombardeados por sonidos de toda índole, una cacofonía de ruidos, que no nos permiten apreciar los sonidos en su verdadera dimensión".
El uso extendido del WhatsApp, Facebook, los "Messenger", Twitter y otras aplicaciones ha venido a complicar aún más la comunicación entre los profesionales, pues al ser de tan fácil acceso, nos acostumbramos a tener encendido el Smartphone 24/7, generando una gran dependencia de estas tecnologías. Con el perjuicio en los ejecutivos jóvenes que se están acostumbrando a abreviar las palabras con consonantes y/o emoticones, trayendo como una consecuencia una mala redacción y una gran impaciencia frente a un mensaje oral extendido.
Estos son algunos de los desafíos que los profesionales tienen que superar: una cultura en donde se le atribuye un gran valor a la imagen, en que la comunicación efectiva es difícil de lograr, y en que las exigencias de los consumidores son cada vez más altas. En medio de este panorama nacional e internacional surge una necesidad transcendental: crear nuestra propia "marca" profesional. Así como en el mercado vemos marcas de productos que se caracterizan por su calidad, durabilidad y cualidades, así nosotros necesitamos pensar qué imagen queremos proyectar a los demás; buscar la forma de convertirnos en ejecutivos que atraigan la atención de los clientes, la mantenga y los convenzamos de comprar nuestros productos y/o servicios y; conocer nuestros talentos para superar a los competidores externos e internos.
¿Cómo puedo convertirme en una "marca" dinámica, distintiva, atemporal y popular?
El profesional actual está obligado a reinventarse ante la velocidad de los cambios y la complejidad global que se ha multiplicado exponencialmente. Debe convertirse en una persona más creativa, resistente y resiliente, con una gran fuerza interior sustentada con valores sólidos más espirituales que morales. La apertura al cambio y el autoconocimiento son cualidades esenciales para desarrollarse hoy en día: características de comunicadores brillantes, sobresalientes y fuera de serie.
El profesional necesita encarar un hecho prevalente en la economía del siglo XXI. Así como los productos tienen una marca conocida y que influye en la compra de los consumidores, el profesional también posee una "marca" que influye en las percepciones que sus jefes, colegas, y demás administrativos, conservan sobre su persona.