La Pampilla funciona casi exclusivamente con petróleo importado, es decir, es un negocio de refinar crudo extranjero y de obtener un reducido margen de ganancia por la venta de derivados. Soberanía energética no es importar petróleo y refinarlo, ni tampoco depender del petróleo, sino más bien, elaborar un plan de despetrolización de la economía.
En junio de 1996, se privatizó el 60% de las acciones de la refinería de La Pampilla por un valor de 180 millones de dólares, incluyendo en la transacción 38 millones en valores de deuda externa. El contrato de privatización incluía además un compromiso de inversión de 50 millones en 5 años por parte del consorcio Relapasa, la agraciada de la compra de la refinería más importante del Perú. En el momento de la privatización, Repsol poseía el 55% del consorcio Relapasa, que además tenía como socios a YPF, Mobil y tres compañías peruanas.
En 1999, el actual Presidente del Directorio de Petroperú, Humberto Campodónico, elaboró un excelente informe sobre la privatización de Petroperú: "La Inversión en el Sector Petrolero Peruano en el Periodo 1993-2000". En ese documento se presenta una excelente información sobre el proceso de privatización de La Pampilla.
Según el anteriormente mencionado informe del actual Presidente de Petroperú, ya en 1997, un año después de la venta, el "holding" de Repsol facturó alrededor de US$ 851 millones en sus negocios de la refinería La Pampilla, en la empresa comercializadora de combustibles Corpetrol (90% de las acciones en manos de Repsol) y en Solgas, la Compañía Peruana de Gas (60% de las acciones en manos de Repsol).
En relación al nivel de ingresos, Repsol se encontraba entre las cinco primeras empresas del Perú. Un excelente negocio para la transnacional española, que además, con la entrega de un cheque se hacía con el control del mercado peruano de refino y distribución de combustible. En una sociedad adicta al petróleo es un simple cambio de distribuidor de la droga; el adicto y su adicción siguen siendo los mismos.
Jorge Manco Zaconetti, en su libro "Privatización e Hidrocarburos: Mito y Realidad. Perú 1991-2002", indica que la valorización real de la refinería de la Pampilla era de 460 millones de dólares, incluyendo el precio del terreno valorado en 104 millones de dólares. La privatización de la refinería de La Pampilla fue el resultado de la pésima gestión gerencial de un Estado corrupto y cortoplacista, que empleaba a la empresa petrolera estatal para satisfacer la fidelidad y clientelismo electoral de sus partidarios y como herramienta política para subvencionar el precio de los combustibles.
16 años después de la privatización, el Estado tiene la oportunidad de retomar el control de La Pampilla y posicionarse como actor monopólico en el mercado nacional de combustibles y así garantizar un controvertido concepto de seguridad energética.
Algunas puntualizaciones al controvertido concepto de soberanía nacional y seguridad energética.
La estrategia a largo plazo de seguridad energética no es, por tanto, incrementar la dependencia del petróleo. La estrategia para garantizar la invulnerabilidad energética del Perú es desacoplar la economía del petróleo. El principal problema del Perú es elaborar una estrategia para despetrolizar el Perú y no incitar el consumo de derivados de petróleo a precios subvencionados.
Algunos especialistas indican la necesidad de recuperar la refinería de La Pampilla por razones de soberanía estratégica y seguridad energética. Se plantean una serie de reflexiones sobre la necesidad de la intervención estatal en la recompra de La Pampilla.
Una importante reducción del consumo de derivados de petróleo derivará en un exceso de capacidad de producción instalada, y por tanto, incentivará la competitividad de un mercado de combustibles exclusivamente dirigido al transporte privado. Los ciudadanos que deseen disfrutar de amplios y modernos coches para su transporte y ocio deberán pagar los altos precios internacionales del petróleo y los elevados impuestos por la ocupación de espacio urbano, por la contaminación del aire y por el impacto visual generado.
Petroperú podrá exportar sus excedentes en un mercado internacional marcado por los elevados precios de los derivados de petróleo y las ganancias de la renta petrolera deberán emplearse en financiar el proceso de despetrolización del Perú y en la implementación de un sistema de movilidad y transporte sostenible.
Mientras, se deberá obligar a Repsol o a los nuevos dueños de La Pampilla a cumplir con la obligatoriedad de obtener derivados del petróleo con un valor inferior a 50 ppm de azufre. En caso de incumplimiento, se deberá proceder a la licitación internacional de la refinería de La Pampilla y en las bases exigir y supervisar la inversión necesaria para el cumplimiento de las exigencias medioambientales adaptadas al mercado internacional.
La modernización de la refinería de La Pampilla implicaría una inversión de 800 millones de dólares, por tanto, es un problema económico exclusivo de la transnacional española y que el Estado no debería permitir que se lo endosen. De lo contrario, la renacionalización de La Pampilla pasará a la historia nacional como la crónica de un rescate anunciado de una empresa privada por el Estado con dinero de los contribuyentes.
Si la venta de La Pampilla se realiza, la transnacional petrolera Repsol habrá hecho el mejor negocio de su corta historia. Comprar una refinería estatal a precio de saldo, 180 millones de dólares, y venderla a precio de oro, - según Morgan Stanley y el Banco ITAU BBA el valor de la venta oscilaría entre 280 y 400 millones de dólares -. Asimismo, Repsol con la venta de La Pampilla trasladará al Estado una deuda a largo plazo de 515 millones de dólares y se permitiría ahorrar 800 millones de dólares en un proceso obligatorio de modernización de la refinería.
Será complicado para el actual gobierno explicar a los electores nacionalistas la compra de una refinería, que se vendió a precio de coste y que se recompra para, bajo pretexto de un mal entendido concepto de seguridad energética, ahorrar a la transnacional española la inversión obligatoria en una planta de desulfurización.
¿Usted está de acuerdo con que el Estado retome el control de la refinería La Pampilla como medida de regular el mercado?
Doctor en Ingeniería Eléctrica por la Universidad Carlos III de Madrid, Máster en Energías Renovables por la Universidad Europea de Madrid-Iberdrola, Ingeniero Eléctrico, especializado en Sistemas y Redes Eléctricas por el Instituto Politécnico de Bielorrusia. Fue Director del Máster Oficial en Energías Renovables, Universidad Europea de Madrid. Es Consultor Internacional, Especialista en Energías Renovables y Eficiencia Energética.
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