Octubre marca en muchas empresas el inicio de la temporada de elaboración de presupuestos para el siguiente período fiscal. Y junto con esta tarea, bajar los costos parece ser una demanda insoslayable.
De acuerdo al Deloitte's First Biennial Global Cost Survey Report2017, la reducción de costos es una práctica normal en las organizaciones. Especialmente en Latinoamérica, algunos ejecutivos señalan que su objetivo es reducir más del 20%, lo cual origina que sea una de las regiones más desafiantes en este tema.
La gestión de costos muchas veces deja de ser una herramienta o una forma de lograr un objetivo y pasa a ser el objetivo en sí mismo, de manera que el medio se transforma en el fin. No hay cosa más contraria a la estrategia que perder el sentido. Esto conduce, por ejemplo, al despido de personal altamente capacitado y con experiencia, para contratar a colaboradores "más económicos", que quizá por su falta de competencias terminan generando un mayor costo (por ejemplo, reprocesos, más pérdidas, más mermas) o impactos negativos en la relación con los grupos de interés, lo que genera insatisfacción, reclamos y conflictos.
Se olvida lo obvio: la reducción de costos busca hacernos más rentables y esto es el producto de una ecuación, no solo una reacción.
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Fuente: ESAN