Algunas de las patologías derivadas de la obsesión por los números y las mediciones en el corto plazo, descuidando el largo plazo, son las siguientes:
Corto plazo vs. largo plazo
Si bien es cierto que "en el largo plazo todos estaremos muertos", como sostuviera el economista John Maynard Keynes, también es verdad que las acciones tácticas deben estar alineadas con las acciones estratégicas pues las organizaciones existen exclusivamente en y para el largo plazo.
Lo que necesitan nuestros ejecutivos es ser educados en la compleja relación que hay entre indicadores de corto plazo y los propósitos de largo plazo pues, en la actualidad, se piensa solo en los primeros y se los confunde con el éxito organizacional. Claro, tampoco se trata de que se privilegie exclusivamente el largo plazo descuidando el corto plazo pues, como lo aprendió con mucho dolor un candidato presidencial en las elecciones del 2011, sin corto plazo no hay largo plazo y de nada le valió que todas las encuestas dijeran que "en la segunda vuelta le gana a cualquiera" dado que no pasó de la primera.
Finalmente, es bueno reiterar que, como cualquier ejecutivo de experiencia bien sabe, todo indicador conlleva peligros. Por tanto, es imprescindible desconfiar y revisar desde los criterios con los cuales fue construido, la forma en que se ha obtenido la data, las posibilidades que la hayan manipulado y las conductas indeseables que ha podido generar.
"Nada es más peligroso que un mono con metralleta" dice una frase del albur popular aludiendo a que mucho más importante que el manejo de las herramientas (como los indicadores), es el criterio para manejar una. Obsesionarse con las metas y perder de vista los propósitos es, creemos, una forma planificada y anunciada de suicidio organizacional.
¿A qué otros peligros se ven expuestas las organizaciones por priorizar el corto plazo en desmedro de los propósitos de largo plazo?
Profesor Asociado de ESAN Graduate School of Business (1,990 a la fecha). Consultor y conferencista en desarrollo ejecutivo y en temas de ética, responsabilidad corporativa y seguridad en el trabajo (1986 a la fecha). Profesor Visitante y conferencista internacional en Argentina, Colombia, España, Portugal, Emiratos Árabes Unidos (Dubai), Francia, Austria, Serbia, Estonia, Guatemala, Paraguay, Bolivia, Costa Rica y USA. Psicólogo (UNMSM), MBA (ESAN, 1990), Maestría en Aprendizaje Gerencial (Lancaster, Inglaterra, 1996), Maestría en Gerencia de la Información (Lancaster, Inglaterra, 1997) y DEA en Ciencias de Gestión (Niza, Francia, 2001). Certificado doctoral europeo, EUDOKMA, (Copenhague, 2003).
Autor de 2 libros (Perú) y autor de capítulos en 3 libros internacionales (2 en Inglaterra y 1 en Colombia). Principales cursos dictados actualmente: Pensamiento Crítico y Decisiones Gerenciales (en el MBA ESAN), Liderazgo y Competencias Gerenciales (en el MBA ESAN), Ética y Responsabilidad Social Corporativa (en la Maestría de Organización y Dirección de Personas, MO&DP, ESAN)
Es un minicuento de terror que no te dejará dormir porque la realidad supera la ficción. ¿En qué se diferencia el chofer de combi con el ejecutivo corrupto? ¿Es posible revertir la crisis de valores? Descúbrelo aquí.
¿Nunca les ha pasado que cuando reflexionan sobre hechos que aparecían inconexos en su mente, de pronto les encuentran una clara conexión? A continuación, una reflexión aplicada al trabajo.
Se decía antiguamente que los jefes intermedios eran el "jamón del sandwich" pues recibían presión de los de arriba y de los de abajo. Pero lo más preocupante es cuando, sistemáticamente, los jefes reciben presión desde arriba y, sin ningún filtro, se limitan a pasársela a los de abajo, malogrando el clima laboral.