La llegada del coronavirus trastoca la forma en que se relacionan las empresas extractivas y las comunidades de su alrededor. El escenario es, por completo, disruptivo. Las modalidades actuales de trabajo tendrán que cambiar de manera drástica, con el apoyo de la tecnología, y apuntar al aislamiento social necesario para suprimir la propagación del virus. Es necesario impulsar la proximidad virtual, en sus diversas formas, para mantener la convivencia de los trabajadores y el desarrollo local.
Vivimos tiempos de incertidumbre, pero existe una certeza incómoda que nadie quiere escuchar: el coronavirus seguirá trastocando nuestros hábitos personales, prácticas sociales y relacionales laborales durante los próximos 18 a 24 meses, tiempo en que se pronostica que habrá una vacuna efectiva. Algunos líderes mundiales vaticinan que, si no tomamos en serio los efectos del virus, sería tan devastador como lo sucedido durante la Segunda Guerra Mundial.
En el Perú, se proyectaba que la cuarentena de quince días no impactaría de manera significativa sobre la curva de propagación, por lo que este periodo se prolongaría bajo un control más rígido de la movilización de la población, como ya se anunció. No obstante, el aplanamiento posterior de la curva también sería momentáneo, pues nadie garantiza que no surja una segunda ola, más adelante.
El otro escenario contemplado es que, tras controlar la curva de crecimiento de la pandemia, vía la supresión, se impulsarán políticas de mitigación agresiva. Para ello, contaremos con un sistema de salud fortalecido (aislamiento social en territorios con presencia persistente del virus, distanciamiento social como práctica cotidiana, seguimiento sistemático de casos y reforzamiento de acciones de prevención y control).
Ninguno de esos escenarios garantiza volver a la normalidad social antes del 6 de marzo (fecha de la aparición del primer caso en el Perú). Por eso, se suspenderá la gran mayoría de hábitos acostumbrados en la interacción social y, así, transitaremos de manera inevitable hacia a una nueva "normalidad".
Los modelos de gestión social en las industrias extractivas se basan en la proximidad social, la densificación de las relaciones interpersonales, la planificación y el logro de acuerdos durante reuniones numerosas y la definición de proyectos de desarrollo con un despliegue significativo de personal técnico, entre otras prácticas. En los próximos días, estos procesos tendrán que adaptarse al contexto disruptivo que atravesamos, para lo cual también se necesitarán estrategias disruptivas.
Algunos de esos cambios necesarios serán los siguientes:
En nuestras próximas entregas, desarrollaremos cada uno de estos puntos. ¿Qué otros cambios consideras importantes? Déjanos tu opinión.
Ha dirigido las áreas de RRCC y RSE de empresas como el Grupo Hochschild, Minera Milpo y Antamina. Actualmente es Gerente Senior de Gestión Social y Asuntos Institucionales de la Compañía Minera Antapaccay. Máster en Desarrollo por la Universidad Oberta de Catanluya - España y Máster en Desarrollo Sostenible y Responsabilidad Corporativa por la EOI- ESPAÑA. Economista de la Universidad San Antonio Abad.
El trabajo multisectorial y los aportes del sector privado son importantes para asegurar la salud y la seguridad alimentaria, sobre todo, de las comunidades en las zonas rurales del país.
Las empresas deben evitar, en la medida de lo posible, el contacto físico con las comunidades de sus zonas de impacto, con apoyo de la tecnología.