Jared Diamond, en su libro Colapso (2004), pregunta por qué algunas sociedades fracasan y otras perduran. Tras analizar civilizaciones como los vikingos escandinavos, los rapanaui de la isla de Pascua y los imperios Jemer (Asia) y Monomotapa (África), plantea que el éxito o fracaso radica en las decisiones tomadas, la capacidad de tener una visión de largo plazo y el pensar estratégicamente. Esto también se aplica en el ámbito empresarial.
Tal como sucedió en las sociedades antiguas, estamos encaminados a que lo mismo ocurra en el mundo moderno porque existe un desequilibrio entre los recursos disponibles y los recursos que utilizamos. Y esto sucede porque no somos estratégicos con nuestro propio futuro.
El sector empresarial no es ajeno a esta realidad. Pocas empresas identifican los riesgos de mediano y largo plazo y se sitúan en contextos poco favorables para evitar llegar a ellos.
Es muy común enumerar las amenazas a las que se exponen las empresas hoy y elaborar planes de mitigación para aminorar esos potenciales riesgos. Lo menos común es analizar exhaustivamente el proceso de producción, la ubicación geográfica, las condiciones climáticas, los insumos principales para las operaciones; y con todo ello replantear la estrategia del negocio para apuntar así a su sostenibilidad.
Un ejemplo interesante es lo que hace Backus, la cervecería más grande del Perú. Para esta compañía el agua es de vital importancia dado que es su principal insumo. Por ello, en 2009, sin acontecimiento alguno que vaticinara una futura escasez de agua, se plantearon trabajar en una gestión sostenible de los recursos hídricos.
¿Por qué lo hicieron si la falta de agua no era un problema? ¿Por qué no invertir en ampliar sus plantas, en llegar a nuevos mercados o en mejorar sus procesos de distribución?
La respuesta es simple pero para llegar a ella se necesita una visión estratégica, una mirada de largo plazo y la decisión de estar un paso adelante. Backus decidió trabajar por la sostenibilidad del agua para asegurar la sostenibilidad de la empresa. Y es que sin agua no hay cerveza y sin cerveza no hay negocio.
El análisis sobre la situación del agua en Lima, donde está ubicada una de sus plantas de producción más grandes, arrojó resultados alarmantes: actualmente, 14 de las 62 cuencas de la vertiente del Pacífico se encuentran en una situación de estrés hídrico. Diez de ellas están en situación de escasez hídrica, según un estudio del PNUD. Todas las ciudades costeras peruanas que se abastecen de la vertiente del Pacífico, por tanto, enfrentan potenciales riesgos de escasez hídrica en un futuro cercano.
El consumo desmedido de agua en sus procesos de producción y la poca conciencia sobre el riesgo de tener su planta en una ciudad con poca disponibilidad de agua como Lima, obligaron a Backus a tomar acciones. Así, establecieron como meta reducir el consumo de agua por litro de cerveza en un 25 %, lo cual permitiría un ahorro anual de 20 000 millones de litros de agua. Para ello diseñaron procesos más eficientes, introdujeron tecnologías más avanzadas y desarrollaron un sistema de monitoreo riguroso.
Pocas empresas identifican los riesgos de mediano y largo plazo y se sitúan en contextos poco favorables para evitar llegar a ellos.
También, establecieron alianzas con otras empresas, instituciones y comunidades aledañas para ejecutar proyectos que buscan proteger la cuenca del río Rímac y mantener saludables las fuentes de agua subterránea.
Backus actuó a tiempo. Y cada vez más empresas asumen compromisos, con inversiones significativas, para controlar y reducir el consumo de recursos e insumos en sus procesos productivos. Sin embargo todavía falta que muchos comprendan la importancia de actuar pensando en las consecuencias futuras, y no solo en los beneficios de corto plazo.
Al estudiar las desaparecidas civilizaciones antiguas, Jared Diamond se preguntó cómo no percibieron sus impactos y no se detuvieron a tiempo para evitar el colapso. El autor concluye que el interés a corto plazo de ciertos grupos superó el interés a largo plazo de la sociedad en su conjunto.
Es momento de preguntarnos si percibimos nuestros impactos y si trabajamos para reducirlos por el bien de nuestro planeta y de las próximas generaciones, o si continuamos por este rumbo insostenible que, más temprano que tarde, nos llevará al colapso.
Pregunta para los lectores: ¿conoce usted alguna otra experiencia interesante relacionada con el consumo sostenible?
Pocas empresas identifican los riesgos de mediano y largo plazo y se sitúan en contextos poco favorables para evitar llegar a ellos.