En la actualidad, existen herramientas creadas por casas editoriales, entre las que destaca Harvard Business Press, que nos ayudan a detectar nuestras destrezas individuales. Incluso, podemos hacer un examen más exhaustivo usando el SWOT (Strengths, Weaknesses, Opportunities, Threads) que permitirá una mejor identificación de nuestras fortalezas y debilidades internas, así como las oportunidades y amenazas externas.
El análisis del SWOT (FODA) en nosotros mismos nos lleva a distinguir lo mejor y lo no tan bueno de nuestra personalidad y nuestro carácter; definiendo este último como la capacidad para enfrentar las adversidades, los desafíos y salir victoriosos.
La personalidad es lo que hace a cada individuo único, irrepetible, carismático y sociable, entre otros atributos. Esta va más allá de la belleza física y se sobrepone a esta, pues un hombre puede ser muy atractivo, pero tener una personalidad tan agresiva e invasiva que lo hacen antipático a los demás y difícil de tratar, aunque en un primer momento proyectase una imagen positiva, atrayente y amigable. Otros factores a considerar son los valores y las convicciones más primarias que todos tenemos.
Las creencias y valores están condicionados desde la infancia a través de las enseñanzas familiares, la escolarización, el pertenecer a una determinada cultura y las experiencias de vida. En algunos casos, estos dos factores necesitan ser actualizadas a la luz de nueva información, los acelerados descubrimientos científicos y una realidad extremadamente cambiante.
El profesional que no se actualiza y se aferra a prácticas obsoletas termina como un barco sin rumbo: perdido en un mar de tiburones. En este sentido, necesitamos aprender a convivir con la incertidumbre, lo extraño y lo que nos puede causar incomodidad, pues cuando trascendemos estas emociones y experiencias nos volvemos capaces de cambiar, crear, innovar, evolucionar y aportar el ansiado y deseado "valor agregado" que exige la empresa y economía. En este contexto, necesitamos preguntarles a nuestros colegas (amigos) qué imagen proyectamos al interior de la organización. Es fundamental recibir esta clase de feedback (conjunto de respuestas) con la mayor apertura para hacer los cambios necesarios y mejorarnos.
Recordemos que comunicamos en dos niveles: A) Verbal, lo que decimos con nuestras palabras; nuestra enunciación; el tono y el volumen de nuestra voz y B) No verbal, lo que decimos con nuestra apariencia física y vestimenta; los gestos faciales (la mirada y la sonrisa); las señales de las manos; las posturas corporales y; el espacio vital que mantenemos entre nosotros y los demás.
El dicho "Todo entra por los ojos" sigue vigente. Los empresarios y clientes recuerdan entre el 70 a 90% de la apariencia física y el lenguaje no verbal de la persona. En las ventas no solo es importante la vestimenta, la cual debe ser formal y clásica, sino el calzado, el maletín, la cartera y otros accesorios. Además, cuando una persona está de salida, la última imagen que se recordará será su espalda, por lo que se le aconseja voltear y sonreír, para que la sonrisa y no la espalda sea la que se grabe en la mente de su interlocutor. La marca profesional es el conjunto de los factores antes señalados que el vendedor muestra en su interacción diaria con clientes, colegas y jefes. Tú eres tu mayor carta de presentación.
¿Cómo podemos mejorar nuestra imagen a fin de sumarle mayor valor agregado a nuestra marca?
El profesional actual está obligado a reinventarse ante la velocidad de los cambios y la complejidad global que se ha multiplicado exponencialmente. Debe convertirse en una persona más creativa, resistente y resiliente, con una gran fuerza interior sustentada con valores sólidos más espirituales que morales. La apertura al cambio y el autoconocimiento son cualidades esenciales para desarrollarse hoy en día: características de comunicadores brillantes, sobresalientes y fuera de serie.
El profesional necesita encarar un hecho prevalente en la economía del siglo XXI. Así como los productos tienen una marca conocida y que influye en la compra de los consumidores, el profesional también posee una "marca" que influye en las percepciones que sus jefes, colegas, y demás administrativos, conservan sobre su persona.