Kurt Lewin decía: "no hay nada más práctico que una buena teoría". Los modelos teóricos no deben ser juzgados sólo por su soporte empírico, sino principalmente por su capacidad de explicar y predecir fenómenos cotidianos, entiéndase, por su practicidad. Los gerentes familiarizados con estos modelos poseen una ventaja importante en su capacidad gerencial debido a que pueden entender y manejar la realidad de sus organizaciones con mayor precisión.
Alguien podría argumentar que los modelos teóricos requieren tiempo de investigación y esperar por su desarrollo limitaría la gerencia de organizaciones que enfrentan entornos dinámicos. Este argumento tiene algunos fundamentos ciertos. En ciencias sociales, una década rara vez es suficiente para generar teoría gerencial con bases indiscutibles. Por ello, la innovación en la forma de manejar personas y procesos en organizaciones es un riesgo necesario que la gerencia debe tomar. Pero atención: el argumento de que la innovación gerencial puede substituir modelos teóricos debe tomarse con escepticismo.
1) La innovación gerencial ocurre principalmente en la aplicación de modelos existentes, no en la generación de nuevos modelos. Pensemos en la motivación de empleados. La mayoría de esta clase de modelos son propuestas de los sesenta y setenta (teorías de meta) con líneas de investigación suficientemente desarrolladas que han validado su practicidad.
La innovación en estos modelos puede conseguirse, por ejemplo, en la forma como la tecnología se utiliza para monitorear las metas de los empleados. Algunas empresas han creado aplicaciones de celulares que facilitan el seguimiento de objetivos. Pero este tipo de innovación es una mera aplicación de un modelo existente (teoría de metas), sin constituirse en una nueva forma de motivar personal. Además, esta innovación debe seguir los lineamientos de modelos teóricos existentes de manera que se minimicen fracasos.
2) Lo que se denomina innovación gerencial tiene aplicación local. Generalizar esta innovación es delicado, pues múltiples factores (por ejemplo: tipo de industria, tamaño de la organización, entre otros) pueden restar eficacia a acciones que son exitosas en otros ámbitos.
3) Pueden haber incentivos opuestos al momento de proponer/realizar innovaciones. ¿El motivo? Estas podrían ser alimentadas por una consultora que tiene interés en la generación de nuevas tendencias o modas gerenciales sin que necesariamente ello se traduzca en incrementos palpables en la competitividad de la organización.
Mi preocupación es sencilla: seguir tendencias gerenciales debe hacerse con cuidado. El mundo de gerencia no se escapa a modas que toman cierto auge sin suficiente investigación que soporte su generalización. Imitar a otros, a veces por aparentar un estilo gerencial que conoce las últimas tendencias tiene, al menos, dos riesgos considerables. Primero, perder credibilidad. Muchos empleados expresan frustración cuando observan la implementación de tendencias gerenciales que van y vienen sin un resultado palpable. Segundo y, aún más preocupante, imitar genera, en el mejor de los casos, un rendimiento promedio. La imitación no es una fuente de ventaja competitiva debido a que promueve la estandarización de prácticas a través de industrias sin que ello signifique rendimientos superiores para una organización.
Imitar a otros, a veces por aparentar un estilo gerencial que conoce las últimas tendencias tiene, al menos, dos riesgos considerables. Primero, perder credibilidad. Segundo y, aún más preocupante, imitar genera, en el mejor de los casos, un rendimiento promedio.
Es difícil conseguir sustitutos para el conocimiento de modelos teóricos. Ciertamente, hay individuos que parecen tener intuición avanzada y quizá puedan prescindir de un estudio sistemático de gerencia. Pero esas son excepciones. En general, las empresas requieren de personal con conocimiento profesional, con ideas claras sobre cuáles son los modelos teóricos que deben guiar un determinado proceso y cómo deben ser aplicados.
Debemos avanzar en el esfuerzo de profesionalizar a la gerencia. Muy pocos visitarían a un médico que carezca de formación profesional o que simplemente ignore la ciencia que soporta la práctica de la medicina. Sin embargo, las empresas no ven con tanto escepticismo a los gerentes que carecen de formación sistemática de gerencia o que ignoran los modelos teóricos que explican las tareas que desarrollan. Obviamente, la medicina y la gerencia son campos distintos y equipararlos completamente es una simplificación de la realidad. Pero eso no le resta importancia al entendimiento de las bases científicas de la gerencia.
La formación sistemática de la gerencia es una necesidad. Esa formación se concentra inicialmente en difundir la ciencia que subyace detrás de la práctica gerencial. Es aquí donde la Academia tiene como labor principal asegurar un entendimiento de modelos teóricos y desarrollar la capacidad de trasladarlos a la vida real. Esta práctica implica aprendizaje sobre factores que facilitan la contextualización de teoría y que, idealmente, lleven a una innovación en la forma de aplicarla en una determinada organización. La meta final es desarrollar en los gerentes la capacidad de buscar ventajas competitivas autóctonas con bases teóricas, en lugar de seguir tendencias que no necesariamente soportan la organización.
Imitar a otros, a veces por aparentar un estilo gerencial que conoce las últimas tendencias tiene, al menos, dos riesgos considerables. Primero, perder credibilidad. Segundo y, aún más preocupante, imitar genera, en el mejor de los casos, un rendimiento promedio.
Otmar Varela, profesor de la Maestría en Organización y Dirección de Personas de ESAN, nos explica cuáles son los dos elementos que se deben tener en cuenta para evaluar el trabajo de los colaboradores de una organización.