"La suerte cuesta trabajo". Elliot Tupac, artista limeño de raíces huancaínas.
En el Perú se ha difundido durante años una cultura de la informalidad que está asociada a "sacarle la vuelta a la ley" para obtener un beneficio propio. Existe una falta de compromiso con los demás que, en algunos casos, bordea la ilegalidad. Por tal motivo, se hizo popular el término "criollo" para definir la viveza de la cultura popular. Una cultura que ha convivido por años con la formalidad, entendida como el respecto a las normas de conducta y a las leyes que dicta el Estado.
En las últimas décadas el país ha sufrido una revolución social y económica producto de agudas crisis. Uno de los conflictos más grandes que ha vivido el Perú ocurrió en la década de los ochentas, con la aparición de un movimiento terrorista que nació en el departamento de Ayacucho, ubicado en la sierra peruana. El terrorismo se extendió rápidamente a otras partes del país, llegando incluso a la capital del Perú. Y como consecuencia de la violencia desatada en las provincias, muchos peruanos decidieron migrar a las ciudades, principalmente a Lima, en búsqueda de paz y de oportunidades para un nuevo comienzo.
Sin embargo, Lima no estaba preparada para recibir a una gran cantidad marea humana y trató de resistirse a la "invasión" sin poder luchar contra ello. La magnitud de la población fue tan grande que los servicios públicos colapsaron y los inmigrantes se vieron obligados a crear "nuevas ciudades" en las periferias de la capital. Estos nuevos distritos se denominaron "pueblos jóvenes", ya que representaban los anhelos de un mejor porvenir para los hijos de migrantes.
Como relata el economista Hernando de Soto en 'El Otro Sendero', estos inmigrantes se vieron obligados a crear sus propias reglas y nuevos medios de trabajo. Los primeros ambulantes que se masificaron y ocuparon el Centro de Lima constituyen una primera etapa de lucha contra la adversidad. Si bien fueron vistos en un inicio como invasores y como un peligro para los negocios formales, con el tiempo se fueron formalizando para constituir la base de muchas empresas familiares que ante el crecimiento y éxito de sus negocios decidieron dar el gran paso de la formalización.
Hoy en día podemos observar con sorpresa a la segunda y tercera generación de migrantes que se han convertido en exitosos empresarios. Ante la crisis y la adversidad, el Perú se convirtió en un país de emprendedores, llegando a ostentar el primer lugar a nivel de emprendimiento: hasta la actualidad nuestro país se mantiene entre los primeros del mundo según el Global Entrepreneurship Monitor.
Con este éxito económico y social, la cultura generada por esta nueva clase peruana ha variado su connotación de informal a cultura chicha. Se le llama "chicha" porque, como manifiesta el gran chef Gastón Acurio, la chicha es un refresco del Perú que se disfruta en cualquier rincón del país -en diferentes manifestaciones- y que representa a todos los peruanos. También es chicha porque nos habla de una mezcla de ingredientes que, en este caso particular, se refiere a los peruanos de la costa, sierra y selva, que decidieron dejar su tierra para lograr el sueño del desarrollo y de una vida mejor para sus hijos.
Existen grandes representantes de esta cultura chicha emprendedora, por ejemplo, los dueños del grupo AJE, que inicialmente era llamado 'Kola Real', una empresa con humildes orígenes proveniente del departamento de Ayacucho; una región asolada por el terrorismo y desabastecida por las principales marcas de gaseosas. Bajo estas circunstancias surgió una bebida que era embotellada en botellas vacías de otras gaseosas y vendida a un precio bastante accesible para el nuevo mercado. Una compañía que creció hasta dar el salto a otros países e incluso atreverse a competir en mercados tan grandes y diferentes como el de la India.
Hemos podido observar que, sobre la base de la informalidad en el Perú, se ha una nueva cultura llamada chicha, que se manifiesta con sus propias reglas y que a su vez responde a una necesidad de desarrollo por crear un provenir diferente en la ciudad. La cultura chicha ha conquistado con su esfuerzo a la ciudad de Lima, y se ha convertido en un motor de desarrollo generando a una nueva clase emprendedora.
PhD en Estudios Internacionales de Graduate School of Asia Pacific Studies de la Universidad de Waseda, Japón. MBA de ESAN. Maestría en Economía y Regulación de los Servicios Públicos de la Universidad de Barcelona. Maestría en Derecho Empresarial y Abogado de la Universidad de Lima. Director de Educación a Distancia de ESAN. Realizó estudios de diagnóstico de cultura organizacional y clima en empresas de diferentes sectores, propulsor de la importancia de la cultura organizacional como factor determinante en la estrategia de las empresas. Actualmente trabaja en la incorporación de elementos culturales como herramienta de desarrollo en contextos globales.
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