Todos sabemos que la demanda de energía eléctrica en Perú viene creciendo a tasas bastante altas los últimos años. De hecho, el año 2011 registró un crecimiento de 8.61% con respecto al año 2010, y las proyecciones del Comité de Operación Económica del Sistema Interconectado Nacional (COES) indican una tasa de crecimiento promedio de 13.4% para el periodo 2012-2016. Esto, como es evidente, crea mucha preocupación al respecto de cómo y con qué tipo de generación se atenderá ese crecimiento y el largo plazo.
Y es aquí donde se enciende el debate. Hay muchas voces que se levantan indicando que la solución son las Energías Renovables No Convencionales (RER) y que el Ejecutivo hace mal en no ver esta realidad tan evidente y lanzar más subastas para desarrollar proyectos convencionales e incluso incrementar el tope de 5% que el DL 1002 fijó para este tipo de energías, exceptuando las mini hidroeléctricas.
En contrapartida otras voces alegan que, teniendo el Perú un potencial hidroeléctrico estimado en 60,000 MW (técnicamente factible según un estudio financiado por la cooperación alemana y culminado por el Consorcio Lahmeyer-Salzgitter, Lis en 1973), la solución está en el desarrollo de este importante potencial.
Ahora bien, dentro de este grupo de energías RER tenemos las eólicas, solares, biomasa y geotérmica, además de las mini hidroeléctricas (por debajo de 20 MW de potencia instalada). Respecto de estas últimas, está fuera de discusión la conveniencia de su desarrollo pero el caso es que, si bien hay mucho movimiento en este rubro, parece ser que el potencial desarrollable no es tan grande como se requiere.
Las centrales de biomasa producen gases de efecto invernadero; no es que no los produzcan, solamente que son renovables. Las geotérmicas requieren mucha inversión en exploración y no hay idea clara del potencial disponible. Las solares, por ahora, siguen siendo muy caras, por lo menos el doble de las eólicas y si son fotovoltaicas -que es la tecnología más difundida y desarrollada- justo dejan de producir a la hora en que más se necesita la electricidad.
Y esto deja a las eólicas como las candidatas con más posibilidades de desarrollarse rápidamente considerando que son renovables, que no requieren de agua de refrigeración ni perforaciones exploratorias y que se supone que en determinadas zonas de la costa peruana se presentan vientos con características mejores que el promedio mundial.
El Perú no tiene yacimientos de carbón interesantes y, en cuanto a las fuentes convencionales de energía, solo nos queda el gas natural y la hidroeléctrica. En el caso del gas natural no parece razonable basar el crecimiento en este combustible por varias razones técnicas, de política energética y comerciales o coyunturales: no es renovable, sí produce CO2, hay voces que plantean que el gas debe servir para desarrollar la petroquímica que tiene mayor valor agregado, se requiere resolver el problema de construir nuevos gasoductos que lleguen al sur y al norte del país pues ya no se puede permitir más concentración de generación en el centro del país y, por último, que por ahora al menos parece ser que no hay más gas disponible que el del lote 88 que es el que tiene el precio controlado.
Esto nos deja solamente con las hidroeléctricas y las eólicas como las más convenientes y factibles. Entonces, ¿cuál es la respuesta que planteamos a la pregunta del título? Esto lo veremos en el siguiente artículo.
¿Cuál es su respuesta a la disyuntiva planteada por el profesor Cérsar Butrón? ¿El Perú debe optar por la energía eólica o la hidroeléctrica?